Ya sabréis que nos encanta la tele. Esto ahora está muy bien decirlo, da como prestigio, siempre que circunscribamos nuestra afición a un puñado de productos de primera fila que han conformado lo que se ha dado en llamar "la edad de oro de la ficción televisiva". Antes no era así, salvo honrosas excepciones. Pues bien, hoy nos detenemos en una de esas excepciones. Todo este fenómeno que ha explotado ahora tuvo un antecedente muy claro allá por los primeros años noventa. Una chica aparecía muerta, envuelta en plástico, junto a un río, en una gélida mañana de algún lugar del noroeste de Estados Unidos. Sólo esa especie de resplandor que la envolvía, la música cadenciosa de Angelo Badalamenti, un par de escenas, alguien decía "she's Laura, Laura Palmer"...y ya sabías que eso era otra cosa, que estabas ante algo nuevo que iba a cambiar tu forma de ver las series. El invento se llamaba Twin Peaks y tenía la firma, claro, del visionario de lo raruno, el señor David Lynch.
Y ahí, en esa serie impresionante, había un café y en el café servían, en palabras del agente Cooper, del FBI, la mejor tarta de cerezas del mundo. Con todos estos antecedentes, y siendo de naturaleza tan teléfaga como somos, no es de extrañar que al ir a asaltar el blog de este mes, que se llama Con las zarpas en la masa (ya sabéis que participamos en el divetido reto "el asaltablogs"), nos enamoráramos a primera vista de una receta que se llamaba "Twin Peaks Cherry Pie". Nos fuimos corriendo a hacernos con un deshuesador y nos pusimos a ello. Son muchas las variantes de esta receta que hay por el mundo blogueril, pero debemos decir que esta en particular es una maravilla en cuanto al sabor del relleno y la textura de la masa, aunque manejarla puede convertirse en un infierno. Os avisamos que a nosotros la masa se nos volvió ingobernable, muy quebradiza, y que al desmoldarla se nos quebró aún más, dejando un resultado no muy aparente, aunque pudimos salvar los muebles y hacer unas fotos más o menos dignas. Pero todo eso se olvida al primer bocado, porque no había probado algo mejor en mucho pero que mucho tiempo, y la opinión es unánime en todo aquel que la prueba. Así pues, merece la pena la tinta que se suda al intentar montarla y luego desmoldarla en condiciones. Nosotros hemos aumentado un poco las cantidades y tiempos porque nuestro molde es más grande, pero en esencia la receta es la misma que la original. ¿Queréis verla?