Lamentablemente, debo advertiros que los tiempos que indicamos son orientativos. Cada horno tiene unas características, y la intuición del cocinero para jugar con las temperaturas y los distintos programas de que disponga valen más que llevar a rajatabla la receta. De cómo se asa una carne en el horno podéis encontrar muchas opiniones en la red, algunas contradictorias. A mi me gusta, cuando se trata de pollo con su piel y tal, empezar fuerte para que se dore un poco por fuera, y luego bajar bastante la temperatura y dejarlo un largo rato hasta que acaba de hacerse, mojándolo de vez en cuando con un poco de su propio jugo o, como en el caso de hoy, con el vino con el que lo acompañamos. También leí no sé donde que conviene sacar la carne de la nevera como un par de horas antes de hornearla. Yo lo hago y me va bien, aunque no sé si tendrá alguna clase de influencia. Si queréis una opinión con algo más de peso, podéis leer este reciente artículo sobre horneado en webos fritos. Por cierto, la foto es de un trozo de pechuga que sobró, los muslos volaron. Con esta pechuga hicimos una grandiosa ensalada César. Pero eso, como se dice en las películas clásicas, ya es otra historia.
martes, 26 de marzo de 2013
Pollo campero asado en vino tinto
lunes, 18 de marzo de 2013
Bunyols de carabassa (buñuelos de calabaza)
"Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón quise ser un gangster", decía Ray Liotta al principio de uno de los nuestros, la genial película de Martin Scorsese. Yo, como el personaje de Liotta a ser un gangster, también estaba predestinado desde el principio a aquello que mi entorno hacía casi obligatorio: Llamarme Pepe. No solo porque mis dos abuelos se llamaran Pepe, mi padre Pepito y mi tía Pepitina (así como suena), sino porque vine a nacer un día de san José de hace ahora 37 años. Total, que aunque mi madre en principio no quería, acabó transigiendo a las presiones familiares y acabé llamándome Jose en casa y Pepe en la calle, y muchos años más tarde, gracias a Carlos y Ana, acabé siendo El Tio Pep, cosa que me sirvió de título para la cosa esta del blog. Pero eso ya es otra historia.
La historia de hoy es con los buñuelos. Porque, por razones obvias, tengo el aroma de los buñuelos arraigado en lo más profundo de mi imaginario familiar, infantil y sentimental. No en vano, cuentan por ahí que mi madre estaba friendo buñuelos cuando se puso de parto. Así que comprenderéis que no se note ambiente de San José en casa hasta que no empezamos a oler un poco a aceite de fritanga. Recetas de buñuelos hay tantas como Pepes, aquí os dejo la nuestra, que es la de calabaza. Las cantidades que damos son más o menos la mitad de una buñolada en condiciones, pero yo prefiero hacer dos tandas para controlar mejor el tema de la levadura. Más allá del hecho identitario al que aludíamos antes, lo mejor de hacer buñuelos es que hacen falta dos personas para que queden perfectos. Uno se hace cargo de la buñolera y el otro de vigilarlos, darles vuelta y pasarlos al papel absorbente. Casi todo es más fácil si se hace con ayuda. Como dice Elsa Punset: "No es magia, es inteligencia emocional". Y en este caso, sabiduría familiar.
miércoles, 13 de marzo de 2013
Brócoli con gratinado de cebolla y almendra
Cuando vi el estreno del programa Cocina conmigo, presentado por el chef Rodrigo de la Calle, pensé inmediatamente en la escena en la que Meg Ryan fingía un orgasmo en Cuando Harry encontró a Sally. Como la señora del final de la escena, yo también quise haber desayunado lo que sea que Rodrigo se zampe antes de grabar, porque menudo derroche de energía y alegría despliega el tío en el plató. Lo podéis ver en el canal Nova, sobre las 13:00 h, los domingos.
El caso es que Rodrigo de la Calle, principal exponente de una tendencia conocida como gastrobotánica y famoso por sus preparaciones vegetales, ha bautizado al brócoli como la superverdura Y por eso yo he empezado este post hablando de él, para justificar una segunda receta de brócoli en tan poco tiempo. Y también para recomendaros su programa, que conste. Tras la crema del otro día, hoy os proponemos este gratinado mucho más tradicional pero también muy rico, que es nuestra versión de este del blog Pa amb Tomàquet, que con ese nombre no podía sino estar lleno de cosas apetecibles. Lo único que puede sonar a nuevo aquí es la almendra en la bechamel, que da un toque muy interesante. Y para terminar, una advertencia: es un plato sencillo, pero necesita varios cacharros y genera un fregadero muy lleno. El que avisa no es traidor.
lunes, 11 de marzo de 2013
Tartaletas falsarias de queso de cabra y tomate
Hay momentos en la vida en los que uno se ve
obligado a improvisar. Desde bien pequeños vamos aprendiendo y perfeccionando
la técnica. Aquel primer lunes que llegaste al colegio sin hacer los deberes, tuviste
que improvisar. Que entraba tu madre en la habitación mientras disfrutabas de
un poco de autocomplacencia (tú ya me entiendes), pues te tocaba improvisar.
Que te pillaba tu novio/a por ahí de fiesta cuando habías jurado que te ibas a
quedar estudiando, tú a improvisar. Que dices que no has recibido un whatsapp y
el otro te dice que ha visto de sobra el doble check, pues improvisación al
canto. Que afirmas rotunda que has despedido al tesorero del partido y en la
Seguridad Social corroboran que no, que ha seguido cobrando hasta hace nada,
pues a improvisar, hija mía. Igual todos alguna vez nos hemos visto en una o
varias de estas situaciones, pero hoy la que nos importa es otra: Una de esas
veces que se te presenta gente en casa de repente y claro, como ahora tienes un
blog, pues no vas a sacarles unas patatas de bolsa y unos kikos. Tienes una
reputación que mantener. Rebuscas en la nevera e improvisas. Eso hice yo el
otro día y me salieron estas preciosas tartaletas hechas con obleas de
empanadilla en moldes de magdalenas. Toma mezclote.
Y contra todo pronóstico, salieron buenas y
fueron exitosas. Llámalo suerte. Les pusimos de apellido Falsarias en homenaje
al gran Falsarius Chef, que nos inspira haciendo cosas sublimes con latas y
precocinados desde su web.
viernes, 8 de marzo de 2013
Galletas integrales, con miel
Igual ahora que una conocida marca sueca del sector del mueble ha retirado de sus tiendas un pastel de chocolate que contenía trazas (una palabra muy tendencia) de bacterias fecales, no es el mejor momento para recordar que la miel es un fluido corporal generado por un insecto en el interior de su cuerpo y depositado en panales para su almacenaje y posterior uso. Dicho de otra manera, la miel es una deposición, un excremento. Una cacota, amiguitos. Bueno, en realidad, por mal que suene (perdonadme esta broma de dudoso gusto, es que tenía yo ganas de añadir la palabra cacota en un post) la susodicha deposición de las abejas es una sublime y maravillosa sustancia que ha endulzado la vida del ser humano desde el albor de los tiempos, como atestiguan incluso algunas pinturas rupestres, como estas encontradas en el pueblo de Bicorp, Valencia.
Así pues, hoy homenajeamos a las abejas y sus fluidos corporales haciendo estas galletas con miel y harina integral que están deliciosas. Con su puntito salado y sus tropezones de sésamo y pipas tienen como un deje a las industriales galletas conocidas como "digestive", pero con mayor control de los ingredientes (cosa de la que los señores suecos citados más arriba no pueden precisamente presumir), más sanas y más baratas. Y muy fáciles, oiga. La receta original, con algunas variantes en tiempos e ingredientes, es esta, de Gastronomia&Cia, una web de plena confianza.
lunes, 4 de marzo de 2013
Ensalada de pavo y manzana, con huevo al minuto
Sí, ya sé que están estos primeros días de marzo con un tiempo de perros que parece que el invierno ha llegado justo ahora, pero el cuerpo ya nos va pidiendo primavera, o no? Así que, parafraseando a esa gran empresa española que todos tenéis en mente, "ya es primavera en El Tio Pep", y lo celebramos poniendo un cálido tono naranja en nuestra cabecera y cenándonos una ensaladita llena de colorido y optimismo. Igual si hacemos como que hace buen tiempo, acabará haciendo buen tiempo. O por lo menos le veremos el lado bueno a la lluvia y los cielos grises.
La nuestra de hoy no es más que una típica ensalada de manzana y fiambre de pavo, sana y ligera, aliñada muy sencillamente con aceite y sal y acompañada de unos huevos escalfados (o algo así), hechos en el microondas en menos de un minuto. Más fácil, imposible. La ensalada es lo que tiene, que admite casi cualquier combinación de lo que tengamos a mano, con ciertos límites que son personales de cada uno. Así que lo mejor es echarle imaginación, un poco de morro y sentirse un creador por un rato. El truqui de los huevos en el micro se lo vi a Antonio Bru, del blog Vitat que está bo? en este video-tutorial, que no es que sea una cima de la producción audiovisual, pero para mi ha sido todo un descubrimiento.
viernes, 22 de febrero de 2013
Bizcocho de calabaza, marmolado de cacao
El otro día estaba en la cola de la caja del súper con mi brócoli, mis yogures, mis zanahorias, mis kiwis y mis manzanas, y no pude dejar de fijarme en una pizpireta parejita que estaba pasando en esos momentos por caja. Los muy inconscientes estaban comprando una cantidad inusitada de productos precocinados, pizzas, bollería industrial de la peor calaña, salsorras en bote de plástico y bebidas hiperazucaradas. Ni una triste bolsa de mezclun de lechugas. Sin embargo, allí estaba yo, con mis lorzas y mi regordeta figura, hermosa, reconozcamoslo, pero también algo boteriana, y la parejita en cuestión eran dos dioses de largas piernas, delgados y hermosos. Por lo que dejaban entrever sus ropajes, los muslos de ella y los brazos de él no podían ser más perfectos y torneados. De glúteos ya no hablaremos por no acabar castigados con un "solo adultos" por parte de blogger. Podía ser simplemente genética, horas de gimnasio, o que estuvieran muy mal por dentro. También podía ser simplemente la edad, y que estén dilapidando su belleza y juventud a marchas forzadas. Pero en ese momento, que queréis que os diga, me dio tal ataque de envidia (cochina) y rabia que en cuanto pagué me fui directo a casa, a hacer un bizcocho. Sí, ya sé que es justo lo contrario de una reacción lógica, pero aquí somos así.
Por tanto, para terminar esta semana, en la que hemos llegado a las 5000 páginas vistas en El Tio Pep (dato que lanzo al aire para quien quiera recogerlo, sin darme importancia), nos decantamos por otro de esos clásicos bizcochos que todo el mundo ha hecho alguna vez cuando estaba empezando a hornear; el de mármol. El chiste es de lo más facilón: No se llama de mármol porque quede duro como una losa de idem. sino por su aspecto veteado tan vistoso. Será tan popular entre los principiantes (entre los que me incluyo, no penséis que me hago el condescendiente) porque el hecho de separar la masa en dos mitades, cambiarle el color a una y luego volver a juntarlas sin que acaben de mezclarse te parece una técnica tremenda, el no va más de la dificultad reposteril. En este caso hemos hecho un bizcocho sin lácteos, con calabaza, azúcar moreno y harina integral (vamos, que si fuera más sano no sería un bizcocho). Con alguna pequeña variación, la receta está tomada del blog piedra, papel, azúcar. Vamos a ponernos, que es muy fácil.
miércoles, 20 de febrero de 2013
Crema ligera de brócoli
Decididamente, le debíamos una entrada al brócoli antes de que acabara el invierno. No sólo porque parece ser la más exitosa de la familia de las brasicáceas, también conocidas como las crucíferas (¡gracias, wikipedia!), sino porque tiene una textura y un sabor muy especiales que la convierten en una de las estrellas de la temporada. Me sabe mal por la coliflor, que siempre queda como la hermana fea, y ya sabéis que nos encanta reivindicarla. Pero es que el brócoli no sólo es bonito y está bueno, sino que es bueno, ya que se le atribuyen una cantidad enorme de propiedades beneficiosas para la salud, como podéis ver aquí. Hasta tal punto tiene club de fans que hemos encontrado por la web hasta una asociación de fomento de su consumo. No es que no nos parezca loable su labor, pero nos reafirma en la creencia de que por raro que seas, siempre encontrarás una asociación a la que apuntarte.
Nosotros el brócoli lo hemos hecho crema y lo hemos acompañado de yogur en lugar de añadirle un lácteo más contundente. Así conserva su ligereza y tiene como un regustillo muy interesante. Para acabarlo de rematar, lo aderezamos, opcionalmente, con un poco de curry y le ponemos maíz tostado (los kikos de toda la vida) como guarnición. Toda la mezcla puede parecer algo extraña, pero el resultado es muy bueno, os lo podemos asegurar. La receta es una combinación de varias, pero esta del sin par Karlos Arguiñano nos dio la idea del curry y los kikos, así que no podíamos dejar de citarla.
lunes, 18 de febrero de 2013
Lentejas con verduras
Debe ser imposible cuantificar el número de blogs que habrán empezado una entrada sobre lentejas recordando el viejo dicho. Nosotros, que estamos muy apegados al tópico, vamos a hacer lo mismo. Allá vamos: Hoy, lentejas; si las quieres las tomas y si no, las dejas. Es que no podía resistirme a hacerlo una vez más. Y tópicos aparte, las lentejas son unas socorridas legumbres de lo más energético y sano, más si las preparamos como hoy, acompañadas de unas ricas verduras. Es lo que por aquí llamamos un plato de lentejas "viudas", por la ausencia de carne en la olla. Pero no se echa de menos (aunque unas lentejas con su jamoncito y su choricete son también sublimes) y entran de maravilla. Para colmo, aguantan muy bien la congelación y el recalentado, así que son una buena opción de cuchara para diario o tupper de oficina.
Buscando inspiración para esta receta, hemos encontrado una gran cantidad de variantes de lentejas con verduras en la red, así que hemos hecho un poco de batiburrillo y hemos acabando encontrando la nuestra propia, que no está nada mal. Algunas versiones pochan las verduras antes de estofarlas, pero nosotros queríamos rendir homenaje a esa frase de las madres cuando explican una receta y dicen "es muy fácil, todo en crudo y ya está". Además, nos apetecía la idea de hacerlas en olla expréss, que ya sabéis que gusta bastante por aquí. Las verduras que hemos utilizado son bastante habituales por estas fechas, pero pueden ser sustituidas por las que queráis. Tened en cuenta que sean hortalizas que aguanten cocciones largas (yo evitaría hojas tipo espinacas, pero hay recetas que las incluyen) y ya está. Muy fácil. Todo en crudo. Y nadie se planteará siquiera dejar de tomarlas.
viernes, 15 de febrero de 2013
Apple - Kiwi - Crumble
Esta semana, para el postre, nos trasladamos al Reino Unido de la batalla de Inglaterra, allá por 1940. El crumble dicen que se originó entonces y que es un dulce derivado de la escasez de alimentos y del racionamiento en tiempos de guerra. Si no había suficiente cantidad de ingredientes para hacer una tarta, siempre se podía pillar algo de aquí y de allá, combinarlo de forma más pobretona y quedar resultón dentro de las posibilidades de cada momento. Lo justo para quedar bien, y de paso subir la moral de la retaguardia. Será por mi imaginario típicamente audiovisual, pero yo no puedo dejar de imaginarme una cena inglesa y, pongamos por caso, a la Angela Lansbury de La bruja novata, sirviendo un crumble como ese "algo de postre" elaborado y degustado de manera exquisitamente civilizada mientras los aviones nazis sobrevuelan las cabezas de los comensales. Todo muy flemático. Muy inglés. Realmente admirable. ¡God save the Queen!
Así pues, aquí tenéis nuestro crumble, que añade a la manzana original una cantidad nada despreciable de kiwi. Porque se supone que los mejores son los elaborados con frutas ligeramente ácidas. Por ejemplo, este de frutos rojos de canal cocina, del que hemos copiado las proporciones para la masa. Lo normal es hacerlo en un cacharro de horno grande, pero a nosotros nos dio la vena de hacerlos individuales. El resultado fue muy bueno, a juzgar por las críticas recibidas de mi grupo de conejillos de indias del cine club golfa, a los que aprovecho para saludar y agradecer su buena disposición para dar buena cuenta de nuestras pruebas fallutas.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Tortilla de champiñones, con puerro y zanahoria
Hoy tenemos una nueva entrega del instituto estadístico de El Tio Pep, ya sabéis, aquel que hizo una encuesta de fiabilidad científica cero para discernir el odio a la coliflor entre la población española. Esta vez preguntamos a nuestros seguidores de Facebook (que aún son pocos, pero selectos) cual era el acabado que preferían para la tortilla. ¿cruda por dentro, jugosilla, bien cuajada o socarrada por fuera y secaina por dentro? Bueno, como es lógico esta última opción no fue elegida por nadie.
Por lo demás, no conseguimos una victoria muy clara ni de los partidarios de la jugosidad ni de los cuajadores, y buscando tendencias parecía que los sanvicenteros (entre los que me cuento) optaban en su mayoría por cuajar bien y los capitolinos (el uso de esta palabra es un guiño a nuestro latinista comentador) la preferían más liquidilla, refinados ellos, pero al final hubo votos cambiados y ni siquiera hubo un mínimo consenso geográfico. De todo lo que se dijo por allí, me quedo con dos consejos, que parecen opuestos pero son ambos muy sabios. Dijo Alazne: "ni lo uno ni lo otro. Una buena tortilla lleva mucha patata y ha de ser bien gorda. Tiene que estar no muy hecha por dentro" Y añadió Jordi: "En el punto justo en el que el líquido ya no aparece al partirla, quedando muy tierna por dentro. Para lograrlo hay que hacerla más bien fina para que se haga homogéneamente (como el arroz) y nada de fuego fuerte para que no se queme por fuera". Me apunto al tema del poco huevo de Alazne, y a mi, como a ella, me gusta hacerla gordita. Sin embargo, mucho ojo a lo que dice Jordi, porque la mejor tortilla que he probado (la de mi madre, como no) es más bien fina. Y lo del fuego mínimo es fundamental.
Por cierto, todos entendieron que hablábamos de tortilla de patatas (que es una cima de nuestra civilización), y al final la hemos hecho con esta combinación de verduras, que no es una cima, pero está rica, así combinando lo suave del champiñón con el carácter del puerro y el dulzor de la zanahoria. Y más ligera.
lunes, 11 de febrero de 2013
Mi primer pan
El domingo fue un gran día. La banda británica Mumford & sons, de la que me declaro muy fan, se hizo con el grammy al mejor album del año. En los bafta, premios británicos del cine (y, para que no falte el tópico del día, una de las antesalas de los oscars) que se celebraban esa noche en Londres, Argo, una película pequeña y humilde (hasta cierto punto) triunfó sobre todopoderosos Spielberg y similares. El Barça ganó la final de la Copa del Rey de baloncesto. No estalló ningún escándalo de corrupción (esto no tiene mucho mérito, simplemente era domingo y cerraban los juzgados, pero mola). Y yo estuve todo el día de subidón, fruto de haber conseguido hacer... (y ahora debería sonar alguna especie de fanfarria y un redoble de tambor para añadir solemnidad al anuncio) mi primer pan.
La sensación, amigos, de ver crecer tu propio pan en el horno es indescriptible, pero trataremos de describirla. Es como si te enfrentaras al momento mismo de la creación, como si de pronto fueras un mago o un alquimista capaz de hacer magia amasando con las manos, o mejor, un pequeño dios dando vida a un trozo de barro. En realidad sólo eres un ser humano, pero es como si estuvieras protagonizando un paso de la evolución humana. Como los monos de 2001 ante el monolito, vamos. Afortunadamente, no había nadie en casa y ningún vecino registró la patética escena de mi júbilo simiesco. Y eso que aún no lo habíamos probado.
Debo reconocer, sin embargo, que el mérito no es mío, así que en este párrafo tocan los agradecimentos (tanta entrega de premios no podía sino influenciarnos): Gracias a la magia de las nuevas tecnologías pude preguntar en twitter a algunos de mis blogueros favoritos (@webosfritos, @mcalabajio, @futurobloguero, entre otros) cual era el mejor pan para iniciarse, y no sólo tuvieron la amabilidad de contestar, sino que coincidieron en recomendarme la receta que publicamos hoy, esta de webosfritos.es, que con razón la llaman el pan milagro, porque en verdad es milagroso. Muchas gracias a todos ellos.
El único cambio que le hice a la receta fue usar harina normal y harina integral, en lugar de harina de fuerza. Y lo tuve cinco minutos más en el horno (porque me lo conozco, y sé que el mío es lento). Me salió buenísimo, tuvo mucho éxito y estoy deseando repetir. Y más fácil imposible. Y de lo más adictivo.
El único cambio que le hice a la receta fue usar harina normal y harina integral, en lugar de harina de fuerza. Y lo tuve cinco minutos más en el horno (porque me lo conozco, y sé que el mío es lento). Me salió buenísimo, tuvo mucho éxito y estoy deseando repetir. Y más fácil imposible. Y de lo más adictivo.
viernes, 8 de febrero de 2013
Club de lectura: Cocina Indie
En un blog que empieza todas sus recetas con un "pon música" no podía sino gustarnos un libro como este de hoy. Se titula cocina indie, pero lo más jugoso es su subtítulo: Recetas, dibujos y discos para gente diferente. Con esas premisas en la portada, ahí puestecito en la pila de novedades del librero de confianza, en el mes de junio, con la entrada para el Low Cost recién adquirida, ¿quien iba a resistirse a comprarlo? Desde luego yo no, que a moderno no me gana nadie. Así que lo compré, y la verdad es que no defrauda, da exactamente lo que promete. Recetas y canciones. Y la oportunidad de sentirte parte de esa supuesta gente diferente. Reconfortante y cálida sensación de pertenecer a algo grande pero no a una masa. A la supuesta fauna indie, señores; esa gente jóven, moderna, urbana, viajera y que habla inglés. La repera, o en otras palabras, quizás menos optimistas, gente en torno a los treinta años con síndrome de Peter Pan a los que la crísis pilló un poco tarde y les ha hecho un poco menos de daño (hasta ahora) y van (o vamos) camino de convertirnos en esto. Pero poca broma con nosotros, nos dicen desde detrás de sus gintonics, porque igual no somos más que una forma popera y simpaticona de pijerío, pero también somos los únicos que podemos remontar esto y aún no vivimos en Berlín, Londres o Rio. La tabla de salvación de la sociedad de consumo. Otra cosa es que merezca ser salvada.
Pero aquí habíamos venido a hablar de un libro, y ya nos hemos puesto a divagar. Un libro que, además, está muy bien. Las indicaciones para cada receta no vienen en tiempos, sino en versos de canciones. Cocinaremos siguiendo la cadencia de la música de nuestras bandas favoritas (y de algunas desconocidas para mi, que soy indie, pero poco), y cocinaremos platos relacionados con ellas y otros ideales para situaciones y momentos en las que cualquier indie que se precie se habrá visto. Desde dar de comer a la familia de Leonard Cohen, cenar solo viendo la tele o preparar un gazpacho para llevar al festival de Benicàssim, a unos "pimientos del pitillo" o un "Brownie para David" (Bowie, of course) pasando por una tarde de cupcakes (sí, amigos, también hay una receta de cupcakes para esas amigas naiff que se ofenderían si las llamáramos malenis, porque ellas, a ver si te enteras, tienen una saludable distancia irónica sobre el fenómeno y yo ya estoy divagando otra vez). Pues eso, un poco de todo, bastante bien explicado por el autor de los textos, Mario Suárez, sencillo, agradable de leer y con recetas resultonas divididas en tres grandes grupos: EP (entrantes) LP (platos fuertes) y SINGLES (postres). Y con el plus de calidad de las ilustraciones de Ricardo Cavolo, con su peculiar estilo entre lo ingenuo y lo salvaje, que a mi, personalmente, no pueden gustarme más. Bastante recomendable. Sólo le falta una receta que nos gusta mucho por aquí (os remito al primer párrafo): la ensalada de tópicos, que es siempre muy socorrida para nosotros, los líderes de opinión.
Tenéis más información aquí, y una de las recetas del libro, acá.
Tenéis más información aquí, y una de las recetas del libro, acá.
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